Se acerca el 1 de Noviembre. Llevo empezando las pretemporadas en esta fecha desde que hice mi primera temporada de ciclismo, allá por el 2011.
Para muchos de nosotros la vida ya no se mide en años astronómicos, se mide en temporadas, el año acaba con la última carrera y empieza con el inicio de la pretemporada.
El período de transición entre temporadas suelen ser sólo días vacíos en los que la cabeza va a mil por hora, menos mal que comerse la cabeza no engorda. ``¿Qué hice bien? ¿Qué hice mal? ¿Tanto sacrificio merece la pena? ¿Qué deparará el próximo año? ¿Y si no supero el último año? Me siento cansado, supongo, que de no hacer nada, ¿y me tengo que poner a entrenar ya?''
A menudo en estos días me acuerdo de la gente y de los momentos que me dejé en el camino, lamentablemente alguien determinó que los días tuviesen tan sólo 24 horas. A veces pienso que si los días tuviesen 30h las personas se ahorrarían tener que tomar decisiones incómodas.
También me inquieta el vacío que deja el triatlón en mi vida cuando descanso, ``y si algún día dejo de hacer esto, ¿con qué ocupo su lugar?´´
Pero justo en el instante en el que las preguntas me acorralan, llega el 1 de noviembre, me pongo las zapatillas, y vuelta a empezar.
Empieza la historia de todos los años, de noviembre a enero es la introducción de la película, hay dudas de si será buena o no, de si de verdad enganchará. De enero hasta la primera carrera, en marzo o abril, me empieza a enganchar, las dudas y preguntas desaparecen. De ahí hasta septiembre soy un autómata disfrutando como un enano del desarrollo de la película. A partir de septiembre trato de alargar la película lo máximo posible a pesar de que sé cómo y dónde va a acabar realmente.
Y siempre estoy convencido de que no puede haber película mejor para mi, de que tan sólo necesito esto. Entrenar y aprender sobre entrenamiento, mejorar, competir, viajar, conocer carreras, lugares, aficiones, vivir momentos indescriptibles y conocer personas increíbles con las que compartir todo esto.
Así que estoy listo para entrar en mi sala de cine, seguro que en cuanto me de cuenta estoy con el neopreno puesto en el primer triatlón del año.
Dicen, que a veces, hay que hacer lo que se siente, y no lo que se piensa.